miércoles, 22 de febrero de 2012

Utilizar una guía, pues, facilita los movimientos oculares, dotando a éstos de mayor precisión y rapidez.

Lo mejor que puedes usar como guía es un objeto largo y delgado, como un lápiz o una lapicera o un palillo. De esta manera, la guía no bloquea la visión de la página porque se puede ver fácilmente alrededor de ella.

¿Para qué utilizar el movimiento de una guía? Podemos observar cuatro funciones básicas:
·Reduce al mínimo la cantidad de trabajo que recae sobre
            el ojo.
·Ayuda a dirigir el ritmo veloz de la lectura.
·Aumenta la concentración. Si nos distraemos por un
            momento, sólo recorreremos la página con sus dedos y
            al darnos cuenta de ello volverá enseguida a la realidad.
·Previene la regresión, es decir, repasar lo que ya ha
            leído.
Poner en práctica este hábito de lectura le llevará muy poco tiempo, y mejorará tus habilidades por el resto de tu vida.

Las distintas velocidades de lecturaUn buen lector no tiene una única velocidad de lectura, sino que adapta la velocidad al objetivo que persigue y a las dificultades del texto. Por ejemplo, si se quiere estudiar Matemáticas o Gramática, la velocidad no debería superar las 90 palabras por minuto.

Las velocidades varían entonces de acuerdo a si el tema es fácil o difícil, conocido o desconocido, si se estudia, se investiga o se repasa, si uno quiere distraerse o debe hacer un estudio crítico.

Resumiendo, podemos decir que para leer bien es preciso tener varias marchas o varias velocidades de lectura. Lo mismo que los automóviles que tienen la 1ra, 2da y 3ra ,de acuerdo a la velocidad que se desee desarrollar y el tipo de camino que se va a recorrer. Si estamos en un camino de montaña no podemos ir a 200 km. por hora, aunque vayamos en el auto más nuevo y veloz. Si vamos por una súper carretera, nos llevarán por delante si se nos ocurre ir a 20 km. por hora.

Si quieres llegar a ser un lector realmente eficiente, deberás dar a cada tipo de lectura, y en cada circunstancia, una velocidad diferente.
VOCALIZACIÓN Y SUBVOCALIZACIÓN
Es conocido el hecho de que los niños lean en voz alta. Esto es bien comprensible ya que lo hacen porque están aprendiendo a leer. En cambio los adultos, salvo en casos especiales, casi nunca leen en voz alta. Y, cuando tienen que hacerlo, es frecuente que se sientan incómodos.
El único caso en el que saber leer correctamente en voz alta se convierte en una necesidad, es cuando esto tiene un sentido profesional: locutor de radio o de televisión, conferenciante, político, etc.
La velocidad de lectura de una persona habituada a leer en voz alta es de 150 P.P.M. De esto se deduce claramente que si leemos de este modo estamos desperdiciando nuestras posibilidades de aumentar nuestra velocidad; o, más sencillamente, estamos reduciendo nuestra capacidad normal de lectura.
Este. proceso sé llama Vocalización y puede ser de dos clases: consciente o inconsciente.
La vocalización consciente es un fenómeno muy común. Todos hemos visto a alguien que lee moviendo los labios. Si nos acercamos, podremos oír como un susurro: rada palabra leída es repetida a media voz.
La vocalización inconsciente es también usual, y es el caso de las personas que no articulan los sonidos sino que utilizan la laringe: hacen vibrar involuntariamente las cuerdas vocales. Este acto reflejo se puede descubrir aplicando los dedos sobre la nuez de Adán, o sea, el cartílago tiroides. Si al leer se percibe cualquier vibración, podemos estar seguros de que asta corresponde a una vocalización inconsciente.
Estos dos tipos de vocalización son muy usados, sin embargo, por una gran cantidad de personas que no emiten sonidos al leer pero los ‘‘sien ten” como si hablaran mentalmente. Este fenómeno se llama subvocalización.
La subvocalización consiste en repetir mentalmente lo que se lee. No se produce ninguna vibración, es decir, no hay ningún sonido; sin embargo, el lector “oye” como una voz dentro suyo.
 En realidad, la palabra impresa representa un sonido, puesto que originariamente el lenguaje era hablado. Por lo tanto, se puede decir que la palabra impresa es un símbolo, simboliza un sonido el cual, a su vez, simboliza una idea. Como nuestro cerebro ya conoce las palabras y sabe identificarlas con sus significados, es posible suprimir la representación sonora, ahorrando de este modo mucho tiempo.
Para corregir la subvocalización se han creado varias técnicas, dado que es un defecto difícil de corregir. Se ha comprobado que la elección de la técnica más conveniente es un problema personal, es decir, que el lector debe elegir el sistema que más le conviene. Si al comenzar te parece que tu nivel de comprensión ha bajado, no debes alarmarse: éste es un fenómeno natural que le ocurre al 99% de los estudiantes. Luego esta primera etapa, completamente natural, se supera y la capacidad de comprensión llega a triplicarse.
Cómo corregir la Subvocalización:
Para suprimir la subvocalización pueden intentarse algunos de estos tres recursos, mientras vayas realizando los ejercicios aquí propuestas, y mientras leas en general:
a) Tararear, o silbar en voz baja.
b) Escuchar música. Es preferible no escuchar radio sino discos, porque de otro modo las voces pueden perturbar la lectura.
c) Repetir mentalmente palabras sin significado corno, por ejemplo, “dunga-tica” o “Juúylamy” o de cualquier palabra que carezca de sentido, porque la función de esto es “tapar” la repetición mental de lo que se lee con un elemento bien diferenciado.
Subvocalizacibn elaborativa
Todos los métodos que hemos visto consisten en reemplazar la repetición de un sonido (el que se lee) por otro distinto. En realidad, estos métodos no son muy recomendables porque no atacan la raíz del problema. Para eliminar la subvocalización es menester transformarla. La subvocalización normal se llama de repetición y no es de ninguna utilidad para el lector.
La subvocalización elaborativa, también llamada método de autopreguntas o de conversación interna, consiste en formularse preguntas acerca de lo que se va leyendo. Esto es posible porque la velocidad del pensamiento es muy superior a la de los ojos o de la palabra. Con este sistema, en vez de repetir mecánicamente lo que se lee, se realiza un “dialogo” con el autor que implica un proceso de elaboración y, por lo tanto, una mayor comprensión de lo que se lee. Esto, al principio, puede costar mucho trabajo. Pero con la práctica estas dificultades se van superando y se consigue eliminar la subvocalización.
EL CAMPO VISUAL
Otro concepto importante es el de ‘Campo Visual’. Puede definirse como todo aquello que logra observarse al detener la mirada en un Punto de Fijación. Nuestros ojos poseen dos tipos de visión: una central y otra lateral o periférica.
La visión central es limitada, corta; en cambio, la visión periférica tiene una amplitud angular más grande; casi 180°. En la lectura debemos aprovechar al máximo los dos tipos de visión.

En realidad, el foco central sólo precisa del 20% del sistema ojo/cerebro, mientras que el foco periférico utiliza nada menos que el 80%.

¿Por qué un porcentaje tan alto? La razón es que casi todos los hechos que tienen lugar en el universo ocurren alrededor de nuestro foco central, y es vital para nuestra supervivencia que el cerebro esté al corriente de todos los cambios que se producen en nuestro entorno para dirigirnos hacia lo que necesitamos y apartarnos del peligro.

Experimenta por ti mismo/a qué es el campo de percepción visual.

Extiende tus brazos hacia los costados, a la altura de los hombros, tratando de que formen una línea recta perpendicular con tu cuerpo. En esta posición, rota ligeramente tus muñecas dando movimiento a tus manos. Habrás notado entonces que este movimiento puede ser captado por tu vista, aun con tus ojos fijos hacia el frente. Son precisamente los 180° de visión periférica que tienen nuestros ojos los que nos dan esta posibilidad.
Este campo visual puede ser integrado progresivamente a la lectura. Una ejercitación adecuada permite ampliar el foco de visión central y utilizar también fructíferamente el campo de visión periférica para obtener una mayor velocidad de lectura comprensiva.

También nos es posible ampliar nuestro campo de lectura para percibir grupos de palabras.
Cuando nos ejercitamos en ampliar nuestro campo visual, utilizando la visión periférica, podemos entonces afianzar nuestra habilidad para realizar fijaciones más amplias, como se explicó anteriormente.

Para una línea de texto de ocho o diez palabras, no deben hacerse más de tres, quizá cuatro fijaciones. Un mal lector tiene que efectuar hasta siete u ocho. En la línea estrecha de una columna de periódico, una o dos fijaciones deben ser suficientes, aunque para una obra técnica son recomendables ocho o nueve fijaciones (y más breve su duración), más rápida es la lectura y más fácil también la tarea de extraer el sentido de las frases completas. Agreguemos a eso que los músculos de los ojos se fatigan menos.

Los métodos tradicionales de enseñanza de lectura se concentran sólo en el foco central, por lo cual se usa menos del 20% de la capacidad visual disponible, y además de forma inadecuada.

El uso de la percepción periférica se puede ampliar, en principio, sosteniendo el material de lectura a una distancia mayor de la normal. Al hacerlo, permitimos que la visión periférica vea con mayor claridad la totalidad de la página mientras leemos.
Una ventaja adicional de este procedimiento es que son necesarias menos fijaciones musculares. Por lo tanto, los ojos se cansan muchísimo menos y estamos en condiciones de leer durante períodos muy largos. Son muchas las personas que descubren, usando este método, cómo desaparecen los dolores de cabeza y las contracturas cervicales, problemas tan comunes para numerosos lectores.
Las técnicas de Lectura Dinámica no sólo desarrollarán tus posibilidades de aumento del campo visual, sino que también dotarán de mayor velocidad a tus saltos de ojo, y reducirán al mínimo tus tiempos de detención.
Tu actual velocidad promedio de lectura comprensiva puede desde triplicarse hasta decuplicarse luego de haber asimilado y practicado las técnicas de Lectura Dinámica.
Esta enorme diferencia te será dada por un mejor aprovechamiento de tu campo de visión central y periférica -menos pausas por línea, mayor cantidad de palabras abarcadas en un solo golpe de vista- y por la eliminación de los movimientos regresivos (volver sobre lo leído).
La fundamental diferencia que lograrás en tu ritmo de lectura será apuntalada principalmente por la supresión de los vicios de articulación sonora (que veremos a continuación), como la vocalización y la subvocalización, que imponen los frenos limitantes de la velocidad del habla, siempre muy inferior a las posibilidades de la aceleración visual.
SALTOS Y FIJACIONES
La lectura no es una actividad continua. Los ojos deben detenerse para leer.
Los experimentos realizados sobre la percepción visual, por medio de aparatos perfeccionados, han demostrado que los movimientos del ojo son discontinuos, es decir, que el ojo, para leer, recorre la línea realizando una serie de saltos y pausas. La lectura sólo se produce durante las pausas. Estas pausas son irregulares en cuanto a su número y duración. Varían según los individuos y también según el objetivo de la lectura.
A estas pausas las denominaremos ‘Descanso de Ojo’.
Otra característica derivada de la anterior, es que el avance en la lectura se produce a saltos que oscilan de izquierda a derecha. Denominaremos este salto: ‘Salto de Ojo’. Y aquel lugar donde la vista se detiene para leer lo llamaremos ‘Punto de Fijación’.
Si quieres verificar estos saltos personalmente, pídele a una persona que tome un libro o un escrito cualquiera y que coloque la parte superior de la página a nivel de sus ojos, a una distancia normal. A medida que la persona lee, observemos sus pupilas, y veremos que éstas hacen pequeñas pausas, ligeros movimientos hacia atrás, el movimiento no es continuo, hacia adelante. Estas son las fijaciones que el todo lector hace.
Si el número de fijaciones es mayor, la lectura será lenta. Debemos acostumbrarnos a fijarnos en grupos de palabras, y no palabra por palabra.
Cada       día     leo     más     y     mejor.
    1            2        3        4        5        6
Leer palabra por palabra equivale a hacer una fijación por cada una. La velocidad de lectura no pasará de 150 palabras por minuto.
Cada día     leo más     y mejor.
       1              2                3
Ahora se han hecho tan sólo tres fijaciones. El lector alcanzará una velocidad de 350-400 palabras por minuto.
Cada día leo             más y mejor.
         1                              2
Leído el renglón en dos fijaciones, alcanzará una velocidad de 500 palabras por minuto.
MOVIMIENTOS DE RETORNO Al terminar el renglón, la vista debe realizar un retroceso para comenzar con el siguiente. Definiremos este movimiento como: ‘Movimiento de Retorno’.
Es decir, que la vista se fija en cada palabra del principio al fin de la línea, y luego realiza un movimiento rápido de regresión para retomar la línea inmediata inferior, y así sucesivamente.
REGRESIONESUn hábito común es el de volver atrás para leer, hábito que titularemos ‘Regresión’.
Además de los movimientos atrás, que se hacen para retornar a la línea inmediata inferior, existen otros, también hacia atrás, que demuestran que la persona ‘relee’ ciertas partes o palabras. Este hábito o costumbre se nos ha quedado desde los primeros años escolares. Hay necesidad de superarlo si de verdad queremos progresar en la lectura.

Existen algunas causas por las cuales solemos hacer regresiones:
·     EL VOCABULARIO: Las palabras pueden ser conocidas, desconocidas o dudosas. Estas últimas son las principal causa de las regresiones. No es correcto que asimilemos las palabras dudosas a las que ya conocemos. Se pueden correr riesgos. En todos los casos, es preferible consultar el diccionario, recurso imprescindible en el trabajo intelectual y el estudio.
·     CONFUSIÓN DE PALABRAS: En la lectura es frecuente confundir palabras más o menos parecidas o letras también parecidas: ‘pradillo’ por ‘ladrillo’, ‘milla’ por ‘silla’, o viceversa ; ‘p’ por ‘b’, ‘p’ por ‘q’, ‘d’ por ‘b’, ‘m’ por ‘n’, etc.
 
Las regresiones y las fijaciones
Cuando leemos, nuestros ojos efectúan saltos. Se fijan sobre una
parte de la escritura, dan un salto, hacen una pausa breve, vuelven  a
saltar, y así sucesivamente. La pausa durante la cual los ojos se
detienen se llama fijación. Durante el proceso de lectura éste es el
único momento en que se registra la visión útil. Durante el rápido
movimiento que se produce entre las fijaciones no hay registro visual
útil.

Por lo tanto, los ojos deben funcionar como una cámara cinematográfica. Poseer la capacidad de producir una serie de imágenes con regularidad y velocidad, para realizar una compresión visual continuada que dé lugar a una imagen total del pensamiento.

Para ello, y como base de una correcta técnica de lectura, es necesario destacar dos elementos: la amplitud de la fijación y el tiempo empleado para efectuarla; es decir debemos considerar qué cantidad de elementos estamos viendo en cada fijación, y cuánto nos demora esa fijación.

No conocer un amplio vocabulario es un freno para la velocidad. El lector regresa para comprender el sentido de la frase, aun desconociendo la palabra y vuelve a regresar en otra lectura. En este caso se recomendable el uso del diccionario y la confección de listas de palabras que aclaran significados del vocablo nuevo y sus derivados y sinónimos.

No ha de considerarse una pérdida de tiempo el comprender a fondo una expresión: ‘el lector veloz’ viene a continuación de un ‘lector lento’, que ha sabido solucionar los problemas que determinaban su lentitud.

En una lectura cualquiera, las palabras pueden ser:
 
a) conocidas,
b) desconocidas,
c) dudosas.

En el primer caso no se presentan problemas puesto que si sabemos bien lo que una palabra significa la captarnos inmediatamente. Con las palabras que nos resultan desconocidas no tenemos dificultad porque estamos seguros de no entenderlas.
En cambio con las palabras que nos resultan dudosas sí tenemos problemas porque no sabemos si significan una cosa u otra y es entonces que releemos el texto para estar seguros de su significad o. La solución para esto, sin hacer regresiones, es utilizar e diccionario, que si bien constituye una pérdida de tiempo, no se transforma en un hábito que pueda ser perjudicial para nuestro nivel de comprensión. 
En los casos de una redacción muy compleja la regresión muy comprensible y se justifica plenamente, ya que ayuda a entender un texto completamente. En este caso, se llama regresión controlada.

Las palabras cuyo significado es dudoso, porque no se tiene presente exactamente lo que quieren decir, son las que más nos fuerzan a regresar. Esto se debe a que, al encontrarlas, no creemos necesario buscar la definición en un diccionario, sino que tratamos de comprenderlas incluyéndolas en el contexto (de acuerdo con el sentido de éste). Pero como subsiste la duda, se vuelve sobre el texto anteriormente leído, a fin de procurar un verdadero acierto.

Cuando la palabra es conocida, los ojos ya están habituados a verla y captar su contenido, es un proceso mucho más rápido con lo que se evita un vicio muy común, como es el la regresión. Al no comprender la palabra cada frase es leída una y varias veces para captar su contenido, con la consecuente pérdida de tiempo que esa actitud lleva implícita. La clave de leer rápido radica en poder captar muchas palabras en una sola fijación (para lo cual debe hacerse una serie de ejercicios adecuados).


La regresión y el salto atrás son problemas similares. La primera es una vuelta consciente a palabras, párrafos o frases que uno cree que se ha perdido o que no ha comprendido bien. Muchos se ven obligados a regresar a esos puntos a fin de comprender el texto. El salto atrás es una especie de tic visual, un regreso inconsciente y brusco a palabras o frases que acabamos de leer. Por lo general, el lector casi nunca es consciente de lo que le sucede.

El salto atrás y la regresión aumentan el número de fijaciones por líneas, haciendo más lento el proceso de lectura. Ambos hábitos son, por regla general, innecesarios. Los estudios realizados sobre la relectura consciente del material indican que los lectores que estaban seguros de que necesitaban regresar a ciertas palabras o partes del texto para comprenderlas arrojaban cambios mínimos de comprensión cuando no se les permitía hacerlo. Más que una cuestión de comprensión, se trata de tener confianza en la capacidad del cerebro.

El método para eliminar o reducir estos hábitos tiene una doble vertiente.

En primer lugar, es necesario forzarse a no releer las partes que uno cree no haber comprendido.

En segundo, se debe aumentar gradualmente la velocidad para mantener un ritmo uniforme de los movimientos oculares. Tanto la velocidad como el ritmo dificultan el salto atrás y la regresión y, aunque resulte paradójico, mejoran la comprensión.

Estos cuatro problemas -vocalización, subvocalización, regresión y campo visual reducido- pueden ahora dejar de considerarse los principales obstáculos en que tanta gente los ha convertido, pues no son otra cosa que vicios que pueden corregirse con la ejercitación que te proponemos aquí.

Los principios para ir controlando el número de tus fijaciones son los siguientes:
 
a) No comiences nunca las líneas por la primera letra de la primera palabra, porque de este modo desperdiciará gran parte de su capacidad perceptiva. Todo lo que se encuentra a la izquierda del punto de fijación permanece en blanco (las líneas verticales indican el lugar del renglón donde deben realizarse las fijaciones). Volver atrás en la lectura constituye uno de los frenos característicos que impiden leer con rapidez. El buen lector debe aprender a evitar las regresiones.
 
b) No realices nunca la fijación final de la línea en las últimas letras de la última palabra, porque tampoco aprovechará todo el campo visual a la derecha de su punto de fijación.

c) Posees ya dos fijaciones establecidas: en una página existe un margen izquierdo y otro derecho. Tu representación mental deberá correr dichos márgenes -por lo menos un centímetro-, hacia la derecha el margen izquierdo y hacia la izquierda el margen derecho. Entre dichos límites no te resultará difícil proponerse el número aproximado de fijaciones. Por ejemplo: tres al principio, para luego reducirlas a dos y a una, sucesivamente. Contando las otras dos fijaciones establecidas, se obtendrá un resultado de cinco, cuatro y tres, respectivamente.
La distensión es el estado ideal de relajamiento físico y mental que nos permitirá una total concentración en el tema que leamos. Es conveniente no estar sujeto a tensiones físicas ni psicológicas; es decir, debemos estar despiertos, pero serenos, listos para recibir toda la información que puedan transmitir nuestros sentidos.

La tranquilidad es el conjunto de circunstancias que hacen que el ambiente en que estamos nos resulte agradable. Es preferible que la habitación nos resulte familiar para evitar que cualquier novedad distraiga nuestra atención. También es importante que la comodidad ambiental no sea excesiva porque nos produce somnolencia.

Si el texto que leemos nos interesa es obvio que pondremos mucha atención al leerlo. Este es un fenómeno corriente, puesto que el interés es el más fuerte incentivo para despertar nuestra atención.